Anoche viví uno de esos momentos que permanecen en la memoria para siempre. Recibir la Castaña de Oro en el Palacio de Canedo ha sido un honor inmenso, pero también una oportunidad para detenerme, mirar alrededor y comprender la fuerza real de nuestras raíces. Bajo la luz de casi 2.000 botellas iluminando el árbol de Xamprada, rodeado de mi familia, amigos, compañeros y tantas personas y personalidades de El Bierzo, sentí que este reconocimiento no habla solo de un trabajo, sino de una manera de entender la vida y la tierra que nos sostiene.
En mi discurso compartí una idea que me acompaña desde hace años y que resume lo que siento cada vez que pienso en mi tierra: “La riqueza no es sacar de la tierra, sino construir en ella”. Construir con esfuerzo, con tesón, con compromiso, con visión de futuro y con la firme voluntad de devolver a este lugar todo lo que me ha dado. Ese es el espíritu que guía el trabajo que hacemos cada día en el Instituto de Patología Compleja de la Columna, un proyecto que nació con la ambición de convertirse en referente y que hoy avanza gracias al empuje de todo mi equipo de profesionales que creen en lo mismo que yo: que desde aquí también podemos liderar, innovar y transformar.
Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a la Fundación Prada a Tope, a José Luis Prada y a Flor, por este premio, por la sensibilidad con la que protegen y difunden nuestra cultura, y esa manera de ser del Bierzo y por recordarnos siempre que el valor de una tierra está en quienes la cuidan, la aman y la proyectan hacia el futuro. Gracias por este homenaje, por el calor con el que nos acogisteis y por crear un entorno donde tradición, identidad, sostenibilidad y celebración conviven de manera tan auténtica y honesta.
Mi gratitud también para todas las personas que me acompañasteis anoche, y para quienes, desde cerca o desde lejos, formáis parte del camino que estamos construyendo.
Muchas Gracias por esa noche tan especial y ese honor que llevaré siempre conmigo
